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El mar, la Sierra Nevada y la mezcla cultural de indígenas, españoles y africanos, forman un legado gastronómico típico, en el donde son esenciales pescados, mariscos, carimañolas, etc.
Visitar Santa Marta implica mucho más que llegar a un sitio de descanso, recreación o placer, puesto que las alternativas gastronómicas son cada vez variadas. Hoy en día no solo se puede disfrutar de pescados y carnes rojas en los restaurantes, sino que existe una gran variedad de combinaciones de salsa, frutos del mar y otras preparaciones, que deleitarán su paladar y siempre le harán recordar la exquisitez del Caribe colombiano.

Llegó la hora del almuerzo. Un momento que se espera con ansias cuando se sabe muy bien lo que nos depara la mesa samaria. Y es que en una de las ciudades mágicas del Caribe; la fusión gastronómica de diferentes culturas, como la indígena, la africana y la europea, arroja un sorprendente resultado que se materializa en sabores, olores y texturas inolvidables. Las comidas de Santa Marta puntean el ranking dentro de las más destacadas de toda Colombia.

Las habilidosas manos de sus habitantes están impregnadas de un legado que se resiste a desaparecer y que por el contrario prefiere sorprender en cada nuevo día con exquisitas comidas. Mejor si vemos algunas de estas delicias.

Pescado en todas sus variantes, pero frito y con patacón es todo lo que necesitas: tostadito, caliente y amplio, servido sobre una buena porción lechugas que a su vez descansan sobre el patacón, aún más crocante. Lo verás en muchos restaurantes locales y te antojarás de inmediato a darle una probada. El mar te ofrece el pargo rojo, la mojarra (por mencionar un par estelar), en tanto el imponente río Magdalena te convida a gozar de sus especialidades: sábalo y lebranche (otra dupla de lujo). Acomódate bien la servilleta en el cuello, pasa unas gotitas de limón por el pescado que elijas y disfruta de cada delicioso bocado.

Sopa de pescado para el guayabo, la resaca: te pasaste de copas, nada parece sacarte de la merecida pesadilla de la resaca. No importa, finalmente disfrutaste a lo grande. Y la solución al desatino descansa en un humeante caldo de pescado. Si es de río mucho mejor; con algunas especias, un caldo de la Costa, y de pescado, levanta hasta un muerto. ¡Como nuevo para otra rumba!

El sancocho es el rey: el sancocho lo ves por toda Colombia; es suculento, económico, fácil de preparar y sumamente generoso cuando de saciar el hambre se trata. Pero en la costa el sancocho adquiere otras dimensiones: el pescado es su carne esencial y a los tubérculos de toda la vida (papa, yuca y arracacha) se les une el bueno del ñame (más bueno que el pan). Nada de comerlo sin arepa, banano o aguacate. Los tres escoltas predilectos de una de las comidas más populares de Colombia.

Los cocteles del mar: mariscos, langostinos, camarones, pulpos, ostras (chipi chipi), al igual que la carne de pulpo son los mayor demanda para comer con patacones, sopas, arroces y, desde luego, en picanticos cocteles que la gente no deja de probar en su visita a Santa Marta. Ahora bien, los tradicionales ceviches están gustando mucho con elaboración de jugo maracuyá o lulo ¿te atreves por los nuevos sabores?

Arroz, o el elogio a la versatilidad: no estamos en la China, aquí sí que se come arroz. Las variantes no se hacen esperar en un lugar donde para matar el tiempo se idean las más fantásticas recetas con arroz blanco. Arroz con coco, con camarones, con chipi chipi, apastelado, con carne y verduras... ¿En qué otra presentación te gustaría?

Guineo pachangao: pinta bien, huele bien, sabe de locura. Suena alegre, suena a fiesta, y lo es. Una fiesta al paladar con el platillo más tradicional de Santa Marta. Su principal protagonista es el señor guineo, un primo hermano del plátano, resulta no ser tan esbelto, y es más bien rechoncho. Le apodan cayeye y es fenomenal si se cocina, se convierte en puré y se sofríe con ahogado (guiso a la vieja usanza colombiana). Con queso costeño es la mejor noticia del día, y como tiene tanta acogida, hasta los restaurantes más encopetados ya lo sirven en sus entradas.

Para engañar el hambre: no hay que resistir lo imposible, cuando el hambre aprieta, mejor salirle al paso con algo rico para picar y que confunda por un instante las demandas de un rugiente y colérico vientre. Y en eso los costeños llevan ventaja. Se las han ingeniado y apañado durante casi centurias con pecaditos como la arepa de huevo, la carimañola, los enyucados, las empanadas, etc. Con Kola Román, uno de los refrescos de soda (gaseosa para que te hagas entender) más populares de Santa, el binomio culinario cobra cuotas de sabor insospechado.
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