Editorial Magdalena

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Durante varios años el lugar se mantuvo como un secreto casi exclusivo para los habitantes de Pescaíto y barrios aledaños; sin embargo, hoy en día su popularidad ha crecido significativamente y atrae diariamente a decenas de visitantes, quienes buscan conocer su hipnotizante mar cristalino.

Para los pescaiteros el Mar de Pescaíto suele ser un recuerdo colectivo. Fueron muchas las infancias que transcurrieron tomando un chapuzón en esta playa escondida e, incluso, saltando desde alguna parte del cerro para caer directo al agua azul que baña las rocas. 

Antes era un secreto bien guardado para los habitantes de los barrios del norte de Santa Marta; sin embargo, hoy en día este lugar dejó de estar oculto para darle la bienvenida a los visitantes de cualquier lado de la ciudad, de Colombia y del mundo.


Como su nombre lo indica, se encuentra ubicado detrás del barrio en cuestión, resguardado por los cerros que rodean la playa.

Cristian Zabala es un líder pescaitero, quien asegura que, desde hace varios años, él en conjunto con otras personas interesadas por su barrio, han emprendido jornadas de limpieza, embellecimiento y ornato para la conservación de este territorio que actualmente mantiene abiertas sus puertas con orgullo. 

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La entrada está adornada con un mural, cuyo diseño representa las riquezas marinas propias de esta zona de la ciudad. Precisamente, la materialización de este proyecto artístico pudo lograrse luego de que los gestores comunitarios se ganaran una convocatoria de innovación social, que les dio acceso a unos recursos para ejecutar una labor con impacto en su territorio inmediato. 

El mar de tres colores
Al balneario también se le conoce en Pescaíto con el nombre del ‘Mar de tres colores’, esto debido a que su fondo rocoso hace que el agua se torne de tres colores diferentes cuando el sol del mañana y de la tarde se refleja directamente, mostrando los destellos de un hermoso paisaje digno de la vista de todos. 

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“Hoy se está vendiendo como una oferta turística importante para Santa Marta, ya se distingue el 'Mar de Pescaíto' como un sitio al que la familia puede ir a departir y allá están todos cordialmente invitados”, expresa. 

¿Cómo llegar?
Aquellas personas que deseen arribar a la citada playa en bus urbano, pueden hacerlo con la ruta de Taganga. Pasando la línea del tren se encuentra el CAI en el barrio San Jorge, en la carrera 11 con calle primera, ese es el punto de bajada. Estando ahí, se toma la primera calle hacia la izquierda, en donde hay una subida que dirige directamente a l aplaya del encanto.

En carro, se deben dirigir hasta calle primera con carrera novena, desde allí solo es cuestión de caminar derecho unos cuantos metros, hasta encontrar la entrada el balneario. 

¿Qué comer?
En la zona hay emprendimientos pescaiteros, los cuales nacieron con los proyectos sociales que se han venido impulsando en el barrio. Quienes deseen almorzar en la playa, pueden hacerlo con un presupuesto que ajusta al bolsillo del visitante. 

“Ellos ofrecen todo tipo de platos que se deriven del mar, arroz de mariscos, de camarón, cocteles, todo tipo de bebidas y tienes un espacio diferente para relajarte y desconectarte de la realidad”, indica, aclarando que el restaurante está casi a la orilla del agua. Los precios van desde $10.000 por plato. 

Solo es cuestión de aventurarse y disfrutar de los placeres que ofrece la naturaleza al norte de la ciudad, el famoso barrio Pescaíto tiene sus tesoros bien guardados, pero siempre a la orden de los todos y compartirlos con respeto.  

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